Durante décadas, los astrónomos han creído que la Vía Láctea colisionará inevitablemente con la galaxia de Andrómeda en unos 4.500 millones de años. Sin embargo, un nuevo estudio internacional basado en más de diez años de datos del Telescopio Espacial Hubble y del satélite Gaia de la ESA ha puesto en duda esta predicción.

El equipo, liderado por el astrónomo Till Sawala (Universidad de Helsinki), utilizó simulaciones avanzadas para analizar 22 variables que influyen en las trayectorias galácticas. Tras realizar 100.000 simulaciones, concluyeron que la probabilidad de colisión directa entre ambas galaxias en los próximos 10.000 millones de años es de aproximadamente solo el 50%.

Un factor clave es la influencia de la Gran Nube de Magallanes (GMM), una galaxia satélite de la Vía Láctea, cuya masa parece desviar ligeramente nuestra galaxia del camino hacia Andrómeda. Por otro lado, M33, una galaxia satélite de Andrómeda, ejerce un efecto contrario. Estos factores, junto con la fricción dinámica entre halos de materia oscura, complejizan las predicciones.

Aunque la posibilidad de una colisión en 4.000–5.000 millones de años no se descarta por completo (alrededor de un 2%), los nuevos datos sugieren que la fusión entre ambas galaxias no es tan inevitable como se pensaba.

Para los astrónomos, este estudio representa el análisis más completo hasta la fecha del destino del Grupo Local —nuestra familia galáctica— y subraya cuán incierto sigue siendo el futuro a escalas cósmicas.

Como concluye Till Sawala: “Incluso con los datos más precisos disponibles, el destino de la Vía Láctea permanece abierto. Podría chocar con Andrómeda… o simplemente bailar a su alrededor durante eones”.